Conversaciones Post Mortem: Cómo la Inteligencia Artificial Transforma la Relación con los Seres Queridos Fallecidos

'Be Right Back' - episodio Black Mirror

Durante mucho tiempo, las personas han atribuido un valor emocional a las semejanzas con sus ancestros, huellas que sus muertos han dejado, como medios para mantener el vínculo.

A medida que la pintura de retratos dejó de ser una forma ampliamente adoptada de recordar a los seres queridos, la difusión de la fotografía en el siglo XIX se convirtió rápidamente en un medio alternativo para preservar a los difuntos.

Hoy, muchos de nosotros tenemos fotos y videos de seres queridos fallecidos, a los que recurrimos como recuerdo y consuelo.

La rapidez con la que han avanzado las posibilidades necrománticas de la inteligencia artificial nos dice mucho sobre cómo funciona la tecnología con nuestras prácticas existentes de duelo, recuerdo y evocación.

Una amplia variedad de imágenes, vídeos y grabaciones de audio digitales que inmortalizan las experiencias de vida del difunto constituye otro componente esencial en la creación de sus contrapartes digitales. Los algoritmos impulsados ​​por IA examinan estos artefactos digitales, extraen información significativa y reconstruyen un mosaico del pasado del difunto, tejiendo una representación vívida que trasciende las meras fotografías.

La Inteligencia Artificial entra en el ámbito intangible de las emociones, explorando las redes sociales y los rastros digitales para acceder y reconstruir la esencia emocional del fallecido.

Inteligencia Artificial para recordar a los muertos

La inteligencia artificial permite que las personas platiquen con sus seres queridos ya fallecidos
La inteligencia artificial permite que las personas platiquen con sus seres queridos ya fallecidos

Una serie de empresas emergentes en tecnología como Here After y Replika lanzaron servicios basados en la inteligencia artificial generativa para resucitar seres queridos.

Utilizando textos (por ejemplo, en redes sociales y correos electrónicos), grabaciones de voz, fotografías y videos de seres queridos proporcionados por los clientes, entrenan modelos de inteligencia artificial que hacen posible interactuar de manera póstuma con “ellos”.

Sin embargo, como señaló Debra Bassett, quien ha estudiado ampliamente las vidas digitales después de la muerte, algunos opositores a este uso de la inteligencia artificial han afirmado que les preocupa que los resucitados puedan ser obligados a decir cosas que no dirían estando vivos y, en su lugar, actuar de acuerdo con el guion de otra persona.

Para Bassett, la preocupación radica en que los muertos están siendo “zombificados”, en una violación de su integridad.

HereAfter AI, una empresa con sede en California, Estados Unidos, que tiene como objetivo posibilitar la comunicación entre quienes han fallecido y los vivos, a través de la creación de esa persona en una versión digital completa.

“¡La propuesta inicial de HereAfter es que exista un lugar donde todos los recuerdos puedan vivir para siempre!”

La idea se le ocurrió a Vlahos, director ejecutivo de la empresa, debido al buen recuerdo que tenía con su padre, a quien le diagnosticaron un cáncer de pulmón terminal en 2016. Vlahos dijo que esta experiencia no hizo que extrañara menos a su padre, pero le gustó la sentimiento de sentir a su padre – y aspectos de su personalidad – más presentes en su vida.

Según la descripción de la aplicación, el objetivo principal es intentar hacer “forever” más accesible con el uso de audio, imágenes y vídeos. La empresa norteamericana afirmó que, en un futuro próximo, le gustaría que las personas encontraran una manera de hablar con familiares fallecidos a través de una aplicación de inteligencia artificial.

HereAfter tiene multitud de indicaciones para despertar recuerdos, consejos, chistes, reflexiones y viajes. La aplicación también permite al usuario grabar – en audio – historias sobre sus experiencias de vida. Además de la posibilidad de insertar fotos y otros documentos para mejorar la experiencia, también permite a los familiares escuchar la voz comentando el momento importante vivido.

“Eres lo que piensas” adquiere un nuevo significado

Las elecciones que hacemos en el mundo digital y lo que escribimos, basado en nuestro pensamiento, en las redes sociales, juegan un papel crucial en la definición de los atributos y características de nuestros clones digitales.

En el mundo interconectado de hoy, nuestras actividades en línea, incluidos los productos que compramos, los sitios web que visitamos, los libros que leemos, los servicios a los que nos suscribimos y el contenido con el que interactuamos, dejan un vasto rastro de huellas digitales.

Los algoritmos de IA, con su capacidad para analizar e interpretar estos intrincados patrones de comportamiento del consumidor, desbloquean información valiosa sobre nuestras preferencias, intereses e incluso rasgos de personalidad.

Al examinar los datos generados por nuestras interacciones en línea, la IA puede construir un perfil detallado de nuestras identidades digitales. Puede discernir nuestros gustos en moda, música, literatura y muchas otras áreas, permitiendo que el clon digital encarne nuestra individualidad y refleje nuestras preferencias únicas.

Las decisiones que tomamos en la web, consciente o inconscientemente, contribuyen a dar forma a la personalidad de nuestros avatares digitales.

Mediante la combinación de estos medios tecnológicos avanzados y los incansables esfuerzos de la IA, se pueden reconstruir meticulosamente clones o avatares digitales, evolucionando hacia réplicas cada vez más perfectas que se acercan al umbral de lo indistinguible. La Inteligencia Artificial se convierte en el catalizador que cierra la brecha entre los vivos y los muertos, proporcionando un medio de comunicación e interacción, así como una apariencia de inmortalidad para aquellos que han partido más allá de la mortalidad.

A medida que la tecnología continúa avanzando y los algoritmos de IA se vuelven más sofisticados, los límites entre la vida y la muerte, entre los reinos de los vivos y los difuntos, se vuelven cada vez más borrosos. Las profundas implicaciones de estos desarrollos desafían nuestra comprensión fundamental de la existencia, instándonos a explorar nuevas fronteras y navegar por la intrincada interacción entre la tecnología y los misterios de la vida y la muerte.

El joven ruso que se convirtió en “inteligencia artificial” y se comunica con amigos después de la muerte

Roman Mazurenko fue considerado el alma de la revolución creativa en Moscú, Rusia. Murió repentinamente a los 34 años después de ser atropellado por un automóvil mientras cruzaba la calle en noviembre de 2015. Pero sus amigos no estaban dispuestos a dejarlo ir.

Construyeron un bot inspirado en él, un robot virtual utilizado para simular acciones humanas, como hablar, por ejemplo. Para ello, utilizaron mensajes enviados por Roman mientras estaba vivo: el robot a veces los repite, otras veces crea respuestas basadas en la forma en que escribió el joven.

“La primera vez que hablé con el robot, comencé a hablar con Roman y él empezó a responder, me eché a llorar”, dice su amigo Dima Pyanov.

Los jóvenes dicen que sufrieron críticas, pero que pusieron en práctica los deseos que Román expresó durante su vida. Y con eso lograron tocar a otras personas, además de abordar el tabú de la muerte y el duelo, algo que a Roman le hubiera gustado hacer y, al final, terminó haciendo.

“Él nos dio tanto… ¿Cómo podemos ser tan desagradecidos que simplemente lo enterramos e intentamos olvidar lo más rápido posible?”, dice Eugenia Kuyda, amiga de Roman y creadora del bot.

Hay diferentes puntos de vista sobre esta tecnología: para algunos sería interesante; para otros, ésta es una herramienta peligrosa para el duelo. Un artículo publicado en octubre de 2022 en MIT Technology Review, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, afirma que se debe considerar el uso de esta aplicación. Según los expertos, las versiones virtuales de los seres queridos fallecidos pueden prolongar el dolor de los familiares o incluso sacar a la persona de la realidad.

Debemos recordar que no tratamos normalmente nuestras conversaciones personales, fotos o videos de los muertos como si esos registros fueran en sí mismos nuestros seres queridos.

En cambio, los usamos como hilos conductores a su memoria, como sustitutos que nos permiten pensar o comunicarnos a través de ellos. Es un error sugerir que nos confundimos rutinariamente o nos engañamos a nosotros mismos con respecto a tales medios.

Por eso, las preocupaciones generales sobre la nigromancia digital están exageradas: cuando nos concentramos en exceso en sus aspectos extraños y siniestros -para adaptar las palabras del filósofo Ludwig Wittgenstein- perdemos de vista la manera en que estas nuevas tecnologías hablan y resuenan con lo que ya somos y hacemos como seres humanos.

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